La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está palida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la duena dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueno orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo en cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
(Rubén Darío)
3 comentarios
Comments feed for this article
febrero 2, 2008 a 1:50 pm
Joseph de Rouzerolle
ENSEÑA CÓMO TODAS LAS COSAS AVISAN DE LA MUERTE
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados;
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó la luz al día.
Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo, y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en qué poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Estimado Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord, le aconsejo tenga en cuenta a este poeta español del hace un siglo que habla desde la excelencia literaria y dice cosas que, por lo atinadas que son, debería tenerla muy en cuenta. Le deseo todo lo mejor compañero, un abrazo.
febrero 3, 2008 a 8:06 pm
Charles-Maurice de Talleyrand
Estimado Joseph de Rouzerolle, gracias por tu consejo, pero hace más de un siglo que lo escribieron y ni siquiera en nuestro país sino en España.
Con «los muros desmoronados de la patria» ¿no te estarás refiriendo al sistema monárquico del que soy partidiario? Querido Joseph, cuánto mejor la restauración borbónica que el sistema republicano que defiendes.
De todas formas no quiero que nuestra amistad se dañe, y como prueba te envío un retrato donde estamos los dos en «la cena» en mi residencia.
(Como no puedo incluirlo aquí lo añado a la entrada llamada «La cena»)
Saludos,
Charles-Maurice de Talleyrand.
febrero 4, 2008 a 2:33 pm
Joseph de Rouzerolle
Mi gran amigo Charles, sabes que te tengo en alta estima pero «lo cortés no quita lo valiente»; no olvido ni mi origen ni mi procedencia. Que los dos conocemos lo duro del estudio entre sacerdotes y retóricos del clero; pero tu familia es aristócrata, y la mía minera, y eso ,en el trato dispensado a un infante, se nota y deja huella; nada debo a nadie, lo mío me lo he ganado.
Hablas de las benevolencias de una restauración borbónica… no son más que peleles endógamos, una dinastía caduca, ¿acaso no recuerdas el patético espectáculo de Bayona de hace no mucho tiempo? El mismísimo Emperador asistió a las disputas de la decadente familia. El padre (Carlos IV) reprochaba al hijo haberle quitado la corona, y el hijo (FernandoVII) le respondía con insolencia; la madre (María Luisa), arrebatada por la ira, insultaba a su hijo mientras defendía al mismo tiempo a su amante (Manuel Godoy), y éste guardaba silencio completamente abatido… demasiada nación para tan viles gobernantes.
Lo cierto es que una república esta basada en «imperio de la ley» y no en el «imperio de los hombres»(que son egoistas y mutables), ahí radica su éxito. Una república es, de este modo, independiente de los vaivenes políticos, no compatible con tiranías ni monarquías, y en la cual tanto los gobernantes como los gobernados se someten por igual a un conjunto de principios fundamentales que establece la Asamblea mediante una Constitución. Es la forma natural de organización política del hombre civilizado Charles-Maurice; es el futuro.
A su disposición, con respeto
Joseph Fouché